En las plantas se pueden comprobar la presencia de órganos
comunes: raíz, tallo y hojas pero sus formas son muy variadas como resultado de
la adaptación al medio.
En la raíz: podemos distinguir.
a) La cofia o
pilorriza, que cubre el extremo inferior a modo de dedal para proteger la zona
de crecimiento durante su desarrollo.
b) La zona meristemática o de crecimiento, cuyas células se
dividen activamente y determinan el crecimiento de la raíz.
c) La zona pilífera o de pelos absorbentes, con células
exteriores que se diferencias, formando prolongaciones delgadas y laterales,
las cuales toman, a través de sus membranas, el agua y las sales minerales.
Los pelos absorbentes de las células superiores, de vida efímera,
se marchitan formándose nuevos pelos cerca de la zona de crecimiento.
d) La zona suberificada, constituida por células de la zona
pilífera que han perdido los pelos absorbentes y que depositan suberina (súber
o corcho) en sus membranas. Esta zona cumple la función de fijación.
e) El cuello, que separa la raíz del tallo.
Según su forma se distinguen dos tipos comunes de raíz:
1) Raíz
fibrosa, en cabellera o difusa, formada por numerosas fibras delgadas.
Es característica de la monocotiledóneas y no se origina de
la radícula del embrión.
Comúnmente no se hunden muchos en el suelo, sino que son
superficiales.
2) Raíz típica,
axonomorfa o pivotante, con un eje principal del que se desprenden ramificaciones
de menor diámetro. Es característica de las dicotiledóneas y se origina en la
radícula del embrión. Son verdadero órgano de fijación por el gran desarrollo que
alcanzan al ir a buscar el agua del suelo a grandes profundidades.